viernes, 2 de noviembre de 2012

LA ROSA BLANCA Y EL PRÍNCIPE NEGRO.



Bailaba alegremente la rosa blanca.
Bailaba y reía enamorada de vivir.
Bella y admirada destilaba su perfume, como quien se luce con traje de gala.
Entre la maleza alguien se asomaba, con frescor de aire, con canto de río.
Alto, elegante, con el alma limpia, con los ojos limpios, con sabiduría de siglo y diamante, en sus pensamientos, el la besaba con besos de su boca.
Su voz se escuchaba como melodía, mas no se veía su rostro de escarcha…
Llevaba una máscara y sobre ella un velo, como quien se oculta, como quien sufriendo no revela nada, como quien esconde un dolor de siglos.
Miro las hojitas de la bella rosa, así día a día, el la contemplaba.
Adornó su suelo para que irradiara, la belleza eterna que embeleza el alma.
Le hacia coronas con sus suaves manos, enmarcando el rostro de la blanca rosa.
El la protegía de todo y del tiempo, el la protegía con su propia vida,como quien espera un milagro abierto.
Ella se reía, ella preguntaba.
¿Por qué me cuidas tanto, me abonas y me adoras, me brindas tu poesía, tu amor y tu desvelo? ¿Por qué si llega el viento me amurallas con tus manos? ¿Di porque me proteges con tanto sentimiento?
Se quedó callado, vislumbraba en su sonrisa una lágrima de amor.
¿Por qué cubres tu rostro con mascara y con velo, dime si tienes miedo, la rosa preguntó?
Así pasaron los tiempos.
Hasta que un día, de el, nació la confesión…
Muchas veces he dejado un puñado de mascaras y velos tirados a la verá del camino.
Algunas veces mis gritos pidieron compasión.
Otras veces me ataron, otras me silenciaron, sin justicia ni razón.
Muchos me dejado pedazos de tristones en el corazón.
Este es un nuevo día contestó la rosa.
Hoy es un nuevo día para comenzar…
Se escucho su voz bastante conmovida, el mágico amigo como sombra de árbol, hermosamente decorado por esferas coloridas, estrellas brillantes y bastones de dulces poesías, se arrodilló ante la rosa a declararle su amor.
Era tan bello el sentimiento.
La rosa lo miró y le dijo:
Sabes que también, de ti, me he enamorado.
Hace tiempo que te admiro, que te amo, que te sueño.
¡Eres hermoso amado mío!…
Quita el velo y despoja la mascara que lleva tu cara, déjame mirarte tal y como eres.
Se sintió torpe y perdido, se sintió triste y lloró.
¿Crees que puedes amarme, preguntó? Mientras se quitaba el velo y la mascara de horror.
No comprendo dijo la rosa blanca.
El respondió todo es tan injusto.
La rosa blanca, guardó silencio, espero que se rompiera la atadura del dolor.
Despacio fue cayendo el velo dorado, detrás vislumbraba la mascara escarlata que le cubría el rostro y ocultaba el amor.
Se dio la vuelta lentamente, hasta quedar frente a frente con la rosa blanca.
¡Ella susurro! Eres un príncipe negro y eso es maravilloso.
Tú y yo somos los únicos que quedamos, ¿No te has dado cuenta?
¡Cada flor de este planeta hace tiempo se extinguió!
Te sugiero que nos unamos, vivamos juntos nuestro amor.
Hagamos un jardín de amor artesonado, llenémoslo de flores de colores, de ilusión.
Pero que dirá la gente dijo el príncipe.
La rosa blanca temblando de emoción exclamó:
Negro eres y blanca soy, que se enteren todos hoy de nuestra unión.
¡Acaso importa el color cuando hay amor!
Que nos miren por las ventanas.
Desde los balcones, desde el mar o el cielo.
Nuestro color es el color del amor.
En la mañana los curiosos que pasaban, dijeron con asombro…
¿Qué ha pasado con la flor?
¡Quien diría que el amor de una flor negra y una rosa blanca diera tanto esplendor!
Así fue como nacieron las flores matizadas.
Desde entonces todo se llenó de policromía.
Y se sedujeron los colores.
Y se apacentaron con los ojos.
Y se llenaron los senderos de flores.
Y el negro brilló de amor.
Y el blanco tembló de pasión.
Y las muchas aguas no pudieron apagar el amor.
Y el río no lo pudo ahogar.
Y el fuego no lo pudo quemar.
Y se fusionó lo blanco con lo negro.
Fue ahí donde comenzó el día de las culturas.
Entonces el amor comenzó a soñar.
La tristeza se convirtió en alegría.
El planeta estuvo completo.
El agua volvió a cantar.
La raza humana confeso su amor y se cubrió de pavorréales la tierra.
La expresión de la paleta ya no pintó de blanco, agrego más color y brilló el negro en todo su esplendor.
Entonces se cayeron los velos y las mascaras.
Llego el día de la raza y volvimos a ser hermanos.
Ahora somos más rosas blancas amando príncipes negros. Exclamó la rosa blanca.
Y volvimos a amar… dijo el príncipe negro.
Y volvimos a ser humanos.

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