Básicamente te quiero porque eres
buena persona,
porque tu calma contagia sed de
vivir
y rodea una aureola de
cotidianidad.
Te quiero porque tienes la fuerza
que a mí me falta,
porque cuando te
relajas,
entre mis brazos,
las horas se transforman en un
líquido amniótico
y el aire que respiras preña de paz
las sombras.
Porque en mi
naufragio
tú silueta dibuja un
litoral
donde parece que las cosas son
grávidas y estables.
Porque eres alegre y fresca como una
canción en los labios
y tu presencia ahuyenta los
fantasmas.
Porque, de
repente,
conjugas el deseo
y tú cuerpo me reclama como una cuna
de espuma
y tu aliento me despierta orquídeas
en la piel.
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