miércoles, 31 de octubre de 2012

Dibujarte... besarte.

 
Dibujar tu cara es como acariciarla. Con un trazo suave perfilo un lado. El otro, solo hago que se adivine y, de esta manera, se imagine la pureza de tu piel: lisa y fina.
Dibujo tu delicada nariz, casi la insinúo. Doy el calor en la boca: esbozo tus labios entreabiertos, carnosos y modulados con estrías apenas perceptibles. Le pongo el color rojo dulce y brillante que transmite la humedad de tu lengua. Sugiero tus dientecitos perfectos, guardianes albinos, invitadores atentos de esta incitación.
Ahora quiero reflejar la selva de tu pelo que llena tu cabeza y deja libre el cuello y dejo ir los cabellos que te acaricien indómitos. Son movedizos y piden al observador el impulso de ser parados. El cabello es oscuro y brillante y se recogen todos los colores vivos de la naturaleza. Con pinceladas, intento que el viento los acaricie, que muestre su levedad.
La aventura más difícil y delicada son tus ojos, su expresión. La mirada inquietante, infinita, transparente de tus ámbares. Un contraste salvaje de estas gemas acarameladas que traspasan, con la negrura de noche misteriosa de tu cabello.
Mi pincel será cuidadoso, delicado en plasmar el contorno oscuro con el que has resaltado las comisuras y hacen tus ojos inmensos.
Trataré que, quien te contemple a través de mi dibujo, se sumerja en tu mar ámbar y navegue en un mundo de serenidad.
No te muevas, déjame hacer los últimos trazos. Quiero que la gente sueñe con tu cara.

Déjame besar esos labios, rojizos, sedientos. Que hace ya tiempo que me lo piden a gritos, todas las noches, en sueños infinitos, entre miradas de complicidad y caricias de proximidad. Siento tus labios, cerca de los míos, siento que te tengo cerca, que me volveré y te veré, siento tus dedos, recorriendo mi espalda ahora desnuda, que una brizna de luz ilumina. Ojos, miradas, labios, besos, manos, caricias, corazón, latidos, y tu respirar. Me pierdo entre tus brazos, me pierdo dentro de ti. Y hacía ya tiempo que no me pasaba, pero siento ese dolor de estómago cuando te tengo cerca, necesidad de apartarte la vista cuando te veo, por no quererme delatar. Hazme tuyo esta noche, estamos solos, apodérate de mí, que es lo que quiero. No te obligaré a que vengas... pero debes saber que ya no nos queda tanto tiempo como ayer, se esfuma, como tú después de cada beso de noche.



Algún día intentaré hacer una canción que emocione a todos los que la escuchen, sus notas pondrán la piel de gallina y si cierran los ojos, notarán como el alma querrá abandonar su envoltorio.

Escribiré la historia más conmovedora de todas, encogerá los corazones y hará brotar lágrimas. Quien la lea, tendrá esa extraña sensación de querer leer sin pasar las páginas.

Algún día lo intentaré… tal vez.

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